POETA CESAR SECO
Orador de Orden en el 76 aniversario de la E.T.C Pedro Curiel Ramírez
El Poeta Cesar Seco, un gran maestro en los inicios culturales de la generación 77, un serio y culto representante de la poesía. Nos sumergió en ese mundo mágico de ver el mundo a través de las letras cuando apenas éramos unos desordenados jóvenes con mucha fuerza y energia para hacer tremenduras, pero la pasión por el teatro, por la poesia, la Lectura ñángara de la época, nos convirtió en hombre y mujeres de bien, rectos y con una vision estructural de la vida y con un gran sentimiento de hermandad y una pasión inigualable por el bien común. Gracias Hermano por esas emotivas palabras que quedaran grabadas en la historia y en ese sentimiento de hermandad que nos une.
Wilmen Valles
Discurso de Orden Pronunciado por el Poeta Cesar Seco en el 76 aniversario de la E.T.C Pedro Curiel Ramírez
Así que, 45 años unos y otros 44 años después, estamos aquí otra vez, con una emoción similar a la que experimentamos en la oportunidad inicial al entrar a esta institución, fundada en 1946 por Magaly Henríquez como Escuela de Comercio; y que diez años después, el 30 de mayo de 1956, sería decretada como Escuela Técnica de Comercio “Pedro Curiel Ramírez”, en homenaje a este insigne educador y abogado falconiano, quien había nacido el 30 de mayo de 1909. Después devino en Ciclo Básico Común, es decir: un liceo donde se estudiaban sólo los tres primeros años del bachillerato (época en la cual estuvimos nosotros); y después, nuevamente y hasta ahora: Escuela Técnica Comercial. Mis compañeros de generación llegaron aquí un año antes que yo, en 1977; no porque yo fuera más joven que ellos —de hecho tengo en promedio dos años más de edad que la mayoría—, sino porque yo había cursado el primer año en otra institución, y los conseguí a ellos aquí en 1978. En aquel entonces, la derrota en la lucha armada de los años ´60 era todavía una pesada carga para los sectores revolucionarios y progresistas del país; y la actividad política de una izquierda constantemente reprimida por los gobiernos puntofijistas, desmoralizada y además dividida, tenía pocos espacios en la sociedad para actuar. Uno de esos pocos espacios era el seno del movimiento estudiantil; y allí estábamos nosotros, activos en la lucha revolucionaria; pero también estaba la policía y la Guardia Nacional, haciéndonos saber lo que era la represión, con sus rolazos y peinillazos; el olor y los efectos del gas lacrimógeno y, muchas veces, también las detenciones. Yo, que traía cierta formación política por la militancia en el MIR, y que ya me iniciaba en la literatura, me conseguí con un hervidero de apasionados muchachos y muchachas dando sus primeros pasos en política, utilizando como instrumento, además de la arenga, la captación y la organización de la protesta, la palabra escrita en periodiquitos multigrafiados realizados por ellos mismos, en los cuales algunos de ellos ya incluían, además de la opinión política, sus primeros ejercicios de poesía. Pero también había una pasión colectiva por participar en la producción y organización cultural del liceo; lo que llevó a un momento en el cual todas las actividades culturales, digamos “oficiales” de la institución, estuvieron diseñadas y dirigidas por los estudiantes, desplazándose de ello a la dirección del plantel y al querido profesor Jesús Millán de sus funciones de Coordinador del Departamento de Actividades Complementarias. Igualmente existía una permanente actividad deportiva estudiantil, impulsada por la excelente plantilla docente de educación física, como el profesor Rubén Rivero, Méndez, Alida Martínez y Jacobo Hernández (“Cuadrado”), y estimulada además por los juegos anuales entre los clubes Rojo, Verde, Naranja y Azul; por lo que la institución se destacaba frente a otras en varias disciplinas. Y surgían, por propia iniciativa estudiantil, equipos deportivos, como aquel equipo de Fútbol, organizado por Ulises Daal y Américo Sivira. Y en todo eso, yo —que siempre he tenido una mayor inclinación por la literatura que por la política, pero que también he comprendido siempre cuál es mi posición en la histórica lucha de clases— me incorporé en lo político, a lo que me correspondía como hijo de una familia de origen obrero y campesino: a las filas de la izquierda. En este sector ya habían varias figuras reconocidas por el estudiantado, destacando, por la Juventud del MAS: Ulises Daal, José “Gollo” Rivero y sus primos Héctor y Roberto “Picho” Rivero; así como Wilmen “Travolta” Valles, Luis “Gollo” Peña, Nelvis Afarfio, Nehuro Guanipa y Merino Piña, entre otros. Por la Juventud del MIR estaban Américo Sivira, Cástor Núñez, Celsa Acosta Seco…; y por la Juventud Comunista: Douglas Madriz y Helímenes Robles. Todo esto sin dejar de reconocer la fuerza que tenía la Juventud de COPEI, con Almad Hassam y Yajure, entre otros; y la inexistencia orgánica de la Juventud de AD. Se podría decir que en ese entonces, la mayoría el estudiantado pedrocurielista estaba politizada; y que fue tal ese nivel de politización —en aquel tiempo caracterizado por la importancia que le otorgaban las organizaciones partidistas a la actividad política estudiantil; y por la confrontación permanente del movimiento estudiantil con el Estado— que el Pedro Curiel llegó a liderar la lucha en educación media; llegando a ser el principal refuerzo en las manifestaciones del estudiantado universitario más aguerrido y combativo de entonces: el del Tecnológico de Coro. Manifestaciones que casi siempre concluían con saldo de gran cantidad de estudiantes reprimidos, heridos y detenidos por los organismos policiales, y hasta por la Guardia Nacional. Desde y a partir del movimiento estudiantil pedrocurielista del trienio 1978-1980, también se produjeron importantes manifestaciones en el área artística y cultural, porque —además de las ya existentes agrupaciones de la Estudiantina y la Banda, dirigidas por José Maiolino—, los estudiantes producimos agrupaciones culturales y artísticas que trascendieron los espacios del Liceo y se proyectaron más allá del tiempo que estuvimos estudiando allí. Así surgieron grupos de teatro como “Venezuela Libre”, fundado y dirigido por Levis Chirinos; y el grupo “Pilón”, dirigido por César Seco; la agrupación musical “Sentir Coriano”, fundada por los hermanos Veroes: Ciro y Aquiles; y el grupo literario “Cráter”, junto a la revista “Luciérnaga”, fundado por César Seco, Ulises Daal, Emilio Chirino, Wilmen Valles, Orlando Oberto, Betty Cordero, entre otros; y voces de la música y del canto popular, como la de Luis “Gollo” Peña y Ricardito Chirinos. Si sostenemos que la generación pedrocurielista que surgió del trienio 1977-1980, tiene un lugar significativo en la historia del movimiento estudiantil falconiano, igualmente se ha de afirmar que también fue porque contamos con excelentes profesores y profesoras; y que en la relación de estudio profesor-estudiante se daba un hermoso duelo, donde el profesor le planteaba elevadas exigencias académicas a un estudiante en permanente rebeldía, que el estudiante asumía como reto frente a las cuales se empeñaba en salir airoso. Quizás sea por eso que una de nuestras profesoras, Rosario “Charo” Pelayo, ha dicho recientemente: “No es un elogio, es una gran verdad: este grupo de ustedes ha sido mi mayor satisfacción. Nobles, tremendos, muy inteligentes y hasta medio malandros, muy acorde con las luchas de aquel entonces…” Y con la profesora Charo recocemos a los otros profesores y profesoras que también tuvieron que lidiar con nosotros, como: Miguel Ángel Quintero, Silvio Piña, Gilberto Miquilena, Olga Silva, Mireya Jordán, Gloria Tellería, Radoika Reyes, Oropeza, Jesús “Chucho” Vargas, Marucha Vargas, Mélida Jordán, Tarcisio Sánchez, Ulises Figueroa… Pidiendo excusas ante quienes se nos escapan de esta ya cansada memoria. Igualmente se tiene que reconocer que recibimos una importante formación extra académica, de parte de doña Sara Santeliz, quien en su bodeguita frente a este colegio nos orientaba en materia de buen comportamiento y valores morales, muy al contrario de la permanente campaña en su contra, de que la bodeguita no era más que la guarida de una banda de zagaletones integrada por nosotros. Y también valorar las enseñanzas extra cátedra de Nancy Colina, una muchacha de la Sierra, de condiciones especiales de salud mental, que deambulaba por la avenida Manaure en las inmediaciones del Liceo, pero que había estudiado en Inglaterra; y a cambio de una caja de cigarrillos nos apoyaba en las tareas de inglés. Todas estas circunstancias nos fueron moldeando para lo que luego devino en nosotros como dirigentes políticos, poetas, escritores, músicos, historiadores, abogados, médicos, enfermeras, científicos, educadores; en fin: profesionales y oficiales en diversas áreas; pero lo que nosotros hayamos logrado, sea esto poco o mucho, no nos autoriza de ninguna manera para plantearle exigencias parecidas, ni erigirnos ejemplo ante las generaciones del presente; porque son los actuales otros tiempos y las de hoy otras circunstancias, donde se dan otras motivaciones; aunque los horizontes sí sean similares: la superación individual y colectiva para contribuir con el desarrollo de nuestro estado y el país; y esa condición innata del falconiano frente a la vida: además de vivirla, en ella tiene que quedar algo de nosotros cuando nos hayamos ido. Y tampoco es exigible al movimiento estudiantil de hoy lo que nosotros pudimos hacer ayer, porque nosotros ingresábamos a estudiar el bachillerato con la edad que actualmente egresan los estudiantes de este nivel. Y porque en definitiva cada generación se plantea, de acuerdo con su tiempo, sus propias luchas. Por ejemplo, hoy no existe la necesidad de formar un “CBSC” o “Comité de Bachilleres Sin Cupo”, porque la Revolución Bolivariana logró universalizar la educación universitaria. Nosotros, compañeros y compañeras estudiantes de hoy, estamos aquí para celebrar el 76 aniversario de esta hermosa institución, que ahora es de ustedes; para conmemorar los 45 años de la generación del trienio 1977-1980, y para despedirnos, sabiendo que aquí se han dado, posterior a nosotros, otras historias también significativas, protagonizadas por los estudiantes; y para decir, a los profesores: gracias, muchas gracias; y a ustedes, compañeros y compañeras estudiantes: Que siempre habrá causas por las cuales luchar, porque una Revolución no es otra cosa que un proceso permanente de exigencia y lucha por alcanzar la sociedad de justicia, igualdad y equidad; del empeño permanente por ser cada día mejores en lo que hagamos; y que lo que hagamos sea lo en realidad nos guste hacer, precisamente, para poder hacerlo cada día mejor. En definitiva, con las diferencias y similitudes de nuestros tiempos, lo que siempre se ha de mantener vigente es la consigna ¡ESTUDIAR Y LUCHAR! ¡MUCHAS GRACIAS!
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